Este reportaje Boudoir ha sido muy especial.
Cuando Ana llegó a mi casa, allá por Febrero, dijo que estaba preparada para disfrutar de su momento. Totalmente.
Vino un poco nerviosa pero muy emocionada. No se quitaba la sonrisa de la cara y la ilusión se reflejaba en sus preciosos ojos.
Hablamos de un montón de cosas, como de costumbre… porque tengo cuerda para rato…
Me contó que muchas veces su cuerpo no es lugar ideal donde le gustaría vivir, pero está empezando a cuidarlo y quererlo. Tal y como se merece.
Que tiene heridas de guerra cicatrizando en su piel. Recordándole de donde viene y a donde no quiere volver. Es una luchadora. Mucho más fuerte de lo que tímidamente dejaba ver.
Hablamos de las mujeres con curvas.
De la necesidad de quitarse el caparazón que nos envuelve.
Desprenderse del miedo al qué dirá la gente.
Mirarse con sinceridad.
Ana me mostró ese lado dulce y tímido con su sonrisa risueña. Pero hubo un momento en mitad de la sesión en que sacó a la guerrera que lleva dentro. Levantó la cabeza, se miró en el espejo y dijo “aquí estoy yo” mostrando a una Ana decidida, valiente y empoderada.
